Después de la tempestad viene la calma...
Pero... ¿que viene después de una explosión de palabras que no debieron pronunciarse?
Sentimientos heridos, culpa, falta de empatía hacia la otra persona.
Sentirse en el medio de un huracán, mientras las palabras se gritan y se gritan... y después solo queda el malestar de haberlas gritado... y mayor es el malestar de la persona que las estaba escuchando...
Pero en medio del torbellino de palabras, una persona se va y otra se queda, y se siente el silencio donde hace minutos solo había gritos, y se siente la culpa, una culpa silenciosa que atormenta...
Cuántas veces he escuchado decir que el silencio aturde, pero no es el silencio el que aturde, es el grito de la culpa cuando estás experimentando el silencio y la soledad.
¿Por qué lastimamos a las personas que queremos? Hoy escuché decir: “Todo el que ama está en la posición de herir al ser amado”.
¿Por qué a cuenta del amor nos sentimos con el derecho de asfixiarnos y de querer controlar a otros?
¿En qué momento el amor deja de ser amor y se convierte en control?
¿En qué momento el control se disfraza y pretende ser amor?...