ME PERMITO CRECER CUANDO ME CUESTA ENTENDER que los hechos de mi vida no siguen un guión determinado. Es justo en ese momento de no entendimiento cuando las emociones silenciadas cobran voz y me recuerdan que, cuando no entiendo, solo estoy reaccionando a la incertidumbre. Entonces, a través del miedo me permito sentirme vulnerable y soltar las defensas. A través de la ira, puedo sentir mi fuerza; a través de la tristeza descubro la fortaleza que existe en aceptar lo inevitable y así, emoción tras emoción, me permito sentir y surge una nueva voz. Es la voz que no resiste al cambio, es la vida misma manifestándose en dudas y reservas, reafirmándose en la alegría misma del acontecimiento. Desde la antigüedad son muchos los que han elaborado teorías en torno al acontecimiento. Algunos han intentado una sinonimia imposible equiparandolo al hecho pero aquello que acontece es, esencialmente un “darse cuenta” de lo significativo. En este concepto se conjuga el tiempo y la oportunidad como registros de la conciencia humana. Somos humanos cada vez que podemos “darnos cuenta”, y esto, es un regalo maravilloso para crecer. Por ello, cuando nos cuesta entender estamos ante un reto que despierta el alma.
¿De qué se alimenta el alma sino es de las emociones? Quizá nuestro trabajo más arduo sea realizar ese viaje íntimo y singular a través de las emociones que nuestras experiencias de vida nos proporcionan. Podemos llamarlo propósito o misión pero siempre es un despertar que viene de la mano con lo que nos hace sentirnos vivos y, en consecuencia, dar vida. Damos vida oxigenando a este mundo con nuestra creatividad, con nuestra labor de amor desde esa pequeña área de acción en la que somos cada día, en nuestros espacios privados y en nuestros espacios públicos. En las batallas perdidas y silenciadas y, también, en las ganadas y celebradas.
En todos los intersticios de lo vivido existe algo que acontece, algo que siente y vive: es nuestra alma hecha palabra, hecha ciencia, hecha poesía, hecha canción, hecha arte. Darse cuenta de la oportunidad que encierra no entender y abrirse al reto de sentir y encontrar la emoción-guía que nos hará crecer hacia un nuevo estadio más pleno, es el verdadero regalo que nos ofrece la incertidumbre.